martes, 22 de septiembre de 2009

PRIMERAS LINEAS

La esfera negra

CAPÍTULO 1

La mañana estaba fría y comenzaba a caer una llovizna que quizás terminase en nieve, pero Andrés seguía allí sentado, esperando. Apenas albergaba ya esperanzas de que apareciese quien le mantenía aferrado al banco, en su interminable espera. Sin embargo, no parecía que fuese a levantarse hasta la noche. En otras ocasiones había soportado lluvias torrenciales, nieves y granizos, cuando no tórridos soles estivales, y Andrés nunca se había levantado hasta la hora acostumbrada. Él seguiría allí, aguardando impasible, únicamente guarecido por su inagotable paciencia.

Nada parecía indicar que aquella mañana no iba a ser como las demás y que iba a ser recordada siempre. En aquel momento, ni siquiera podía imaginarse que el cambio que se iba a iniciar en él esa mañana, terminaría por afectar a toda la humanidad unos años más tarde.

Su banco era el mejor, según había asegurado él mismo en innumerables ocasiones. Solía decir que era la mejor atalaya para buscar a alguien, pues tarde o temprano, todo españolito visita en alguna ocasión la capital, y termina pasando por la Puerta del Sol. Andrés madrugaba a las 7 de la mañana para sentarse en el mismo banco desde hacía casi cuarenta años y allí permanecía sentado todos los días, acechando hasta las once de la noche…

Y hasta ahí puedo leer.

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